Los hechos
En diciembre de 2005 los desocupados exigían el cumplimiento de la
promesa de Repsol-YPF de otorgar 149 puestos de trabajo. En ese
contexto, los petroleros de Las Heras expresaron sus diferencias con el
sindicato y comenzaron a cortar las rutas provinciales. Al reclamo
contra el impuesto a las ganancias se sumó el del encuadre sindical
(hacían el mismo trabajo que los petroleros pero estaban en la Uocra y
cobraban menos), además de mejoras en las condiciones de trabajo. Ya
entonces denunciaban la tercerización laboral y establecieron una
estratégica alianza intersindical. Luego de veintitrés días de huelga y
cortes, la justicia emitió una orden contra los “cabecillas”, tal como
decía el escrito, que derivó en la detención de Mario Navarro, vocero de
los petroleros del sector sindical disidente. Navarro fue encarcelado
el 6 de febrero de 2006 mientras daba una entrevista en la FM local,
Radio Soberanía. “Si lo habían metido preso a él venían por todos. Los
concejales Lalo Camino, que ahora es intendente, y Roxana Tonino fueron a
hablar con el jefe de policía. Les dijo que Navarro estaba detenido e
incomunicado por 48 horas. Y quería que la gente se fuera, pero ya había
unas cien personas, varios compañeros míos de Indus, contratista de
YPF”, declaró en el juicio Adrián Saucedo, uno de los detenidos de esa
jornada.
Las Heras tenía entonces 9.300 habitantes, y más de mil estuvieron en
las calles. El gobierno envió refuerzos y el grupo Geop reprimió la
manifestación. La multitud se abalanzó sobre los uniformados y varios
policías resultaron lesionados. Después de medianoche se escucharon
disparos y Sayago cayó herido. La abogada Ferrero afirma que “los
investigadores dejaron el lugar sin perimetrar permitiendo que se
alteraran las evidencias, probablemente para ocultar la utilización de
postas de plomo. Lo que siguió fueron detenciones masivas para buscar un
chivo expiatorio”. La ciudad quedó bajo permanente patrullaje policial.
Diecisiete trabajadores de Indus, que habían logrado pasar al convenio
petrolero cuando se llegó a un acuerdo en el conflicto, fueron detenidos
y acusados del crimen del policía. A esas detenciones se sumaron las de
algunos vecinos. Los medios locales fueron dando cuenta de que a muchos
testigos les habían allanado su vivienda antes de declarar. El cura de
Las Heras, Luis Bicego, cuestionó las detenciones y advirtió que
formaban parte de una “caza de brujas”. Tres años más tarde fueron
liberados los últimos detenidos.
En ese momento el juicio oral por la muerte de Sayago había sido
anulado "por fallas en la instrucción", pero el gobierno de Santa Cruz
apeló y siguieron imputados. Algunos de ellos acudieron a declarar en
una causa que se abrió por las torturas, en la que había policías
procesados. En ese expediente consta que durante los traslados los
sacaron de los patrulleros en marcha para ser golpeados. Además, uno de
sus compañeros de Sayago, el oficial Raúl Varela, inició acciones contra
la policía de Santa Cruz por el mal desempeño de los jefes policiales
en el hecho.
El juicio
La abogada Ferrero, que integra la Asociación de Profesionales en Lucha
(Apel), compartió la defensa con Andrea Forgueras y ocho letrados.
Cuando comenzaron las declaraciones testimoniales, el testigo Leonardo
Martínez dijo que no recordaba nada. Lo detuvieron 24 horas y en la
siguiente audiencia declaró acorde a la posición de las querellas, que
enseguida hicieron su alegato y pidieron prisión perpetua por homicidio
agravado para seis de los acusados: Darío Cuatrihuala, Inocencio Cortez,
Juan Pablo Bilbao. José Rosales, Hugo González y Franco Padilla. En
tanto, para Pablo Mansilla, Carlos Mansilla, Daniel Aguilar, Néstor
Aguilar y Rubén Bach pidieron seis años por el delito de coacción
agravada: incitar a la violencia. El abogado querellante Eduardo
Iglesias se refirió a las denuncias por apremios ilegales diciendo que
“que la defensa consideraba que Vialidad”, el lugar donde se realizaron
los interrogatorios, “era un centro clandestino de detención y que
Angulo (agente de la brigada) era hijo de Etchecolatz”.
Casi ninguno de los imputados quiso hablar, pero quienes lo hicieron
causaron conmoción. Catrihuala está acusado de haber gritado a los
compañeros que abran paso para que un francotirador, de quien se
desconoce su identidad, disparara contra los policías. A Cortés lo
acusan de haber golpeado en el cráneo al policía. A González le imputan
haberle propinado un golpe con un objeto contundente, al igual que a
Rosales. Pérez está acusado de haber pateado la cara del policía en el
suelo. La abogada Ferrero dijo a Infojus Noticias que le cuesta pensar
en una condena. “Nunca sentí que habíamos destruido tanto una acusación,
en términos técnicos, porque ni siquiera está determinado cómo fueron
los hechos, que tres tiraron pero ninguno tiró, que Sayago tenía o no
tenía casco, se superponen las versiones. Pero allá tienen la sensación
de que serán condenados,”, afirmó. “Una condena en este juicio nada
tendrá que ver con la justicia sino con la defensa y preservación de un
régimen de excepción contra los trabajadores y será un pésimo
antecedente para los cientos de procesados por protestas sociales, entre
ellos 52 maestros de Las Heras imputados en los últimos meses”, agregó.
El tribunal compuesto por los jueces Cristina Lembeye, Humberto Monelos
y Juan Pablo Olivera dictó sentencia. Olivera ha fallado con
anterioridad en disidencia, como en el mediático caso de las gemelas
Casas, y es miembro de Justicia Legítima.